La Vida Es Movimiento… y Así Empieza Todo

La vida es movimiento, el movimiento es vida. En el milagro de la nueva vida, desde el inicio reconocemos algo que es verdaderamente fundamental: el movimiento. Cambios trascendentales ocurren, se crean conexiones y se inician patrones que continuarán a lo largo de la vida

¿Pero cómo empieza todo?

bebé recién nacido moviéndose

El pequeño ser humano se encuentra en el interior del cálido vientre…

…flotando en la oscuridad en sincronía con el sonido que marca el ritmo de los latidos del cercano corazón de su madre. En movimiento, siempre en movimiento. Cambiando de posición, balanceándose, girando… Cada célula viva de su cuerpo recibe cómodamente los nutrientes necesarios, liberando lo que no necesita. Todo es armonía.

El bebé sale de la oscuridad en busca de la luz, tomando su primera inspiración. Sigue siendo una unidad con su madre aunque ahora toma importancia otro factor necesario para la vida: el aire. Ya respira por sí mismo, rellenando y vaciando su pequeño cuerpo redondeado. Estirándose, encogiéndose… conectando con su impulso corporal interno. Pareciendo por momentos amplio y estirado y un instante después recogido y pequeño. La sincronía de su movimiento es como la de un único elemento indiferenciado. Aunque el patrón respiratorio está ahí, ya integrado.

La vida continúa…

…el pequeño ser se manifiesta a través del movimiento… siempre en movimiento. El que comenzó en el interior de la madre, continúa. En ocasiones movimientos de empuje, alejando sus extremidades de su centro y otras aproximándolas. Esos movimientos corporales reflejos van dando paso a otros que dejan huella en los nuevos caminos neuromusculares que van surgiendo como parte de la interacción con el nuevo mundo que ha encontrado fuera.

Movimiento en el que el cuerpo se cierra totalmente en torno a su ombligo o se abre a partir de ese centro al tumbarse sobre la espalda. Un patrón ordenado de flexión y extensión va surgiendo. Si se encuentra extendido y tú le haces cosquillas en el pie, se encogerá, de la misma manera que si está en posición fetal en torno a su ombligo y haces lo mismo, se estirará. Si descansa tumbado con una pierna extendida y otra doblada, cambiará esa posición al sentir tu contacto, pasando a encogerse la que antes permanecía extendida y viceversa. Ya se está preparando para los desplazamientos y traslados de peso al caminar.

Los reflejos primarios están funcionando.

Aunque inicialmente se movía “como un todo”…

poco a poco va dejando paso al movimiento disociado y en cada disociación aparecen nuevas posibilidades de interacción con el mundo. Cada extremidad encuentra su relación con el centro, en su movimiento aproximándose y acercándose a éste, se mueve hacia fuera, hacia el espacio que le rodea y regresa de vuelta. Se mueve pero también es movido y desplazado a otros espacios. Reflejos posturales van dando paso al tono que permite acciones de flexión y extensión coordinada que facilita la progresión.

Experiencias básicas orientan a la criatura a entender su relación con la gravedad. Pronto consigue elevar su cabeza, al mismo tiempo que permanece apoyado sobre su abdomen y trata de mantenerse mientras empuja con sus antebrazos el suelo, lo que hace que un nuevo mundo aparezca a su vista. La verticalidad va dando a todo un nuevo significado ya que el entorno se vuelve más accesible. Su cabeza se siente libre y puede girar, lo que hace que el resto del cuerpo pueda cambiar su orientación con ella.

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Pronto estará impulsándose, girando, retorciéndose…

moviéndose hacia un lado y otro como si de una serpiente demasiado ancha y con alguna extremidad de más se tratara. Estirándose, empujando siguen los movimientos poco precisos dentro de lo que su inmadura columna vertebral le permite. Como apenas le da estabilidad y la cabeza es una carga demasiado pesada, se sienta en cuanto le resulta posible. Comienza a ser consciente de las posibilidades que le ofrecen sus extremidades superiores a las que empieza a buscar utilidad. Cuando está sobre su abdomen y un objeto llama su atención, traslada el peso empujando el suelo con sus manos y ¡Sí, ha avanzado!

Aunque lo mismo avanza unos centímetros hacia delante como lo hace hacia atrás. Una breve decepción en comparación con la excitante sensación de poder desplazarse por el espacio, por fin. Gradualmente consigue mantener el peso en parte sobre sus rodillas e incluso impulsarse con sus metatarsos y sus dedos flexionados ¡El desplazamiento hacia delante está ahora asegurado! La emoción es inmensa. El empuje desde los miembros inferiores lleva al niño a la siguiente etapa.

La coordinación del cuerpo en dos mitades y gatear. Moviendo una mano hacia delante a la vez que desplaza su rodilla contraria en la misma dirección repitiéndolo de manera sucesiva y alterna. El movimiento contralateral existe. Desplazarse mediante sus manos y rodillas le lleva hacia lugares hasta ahora impensables y su mundo de nuevo se transforma. Ahora se encuentra en esa fase de exploración que le lleva hacia objetos asombrosos como el muñeco de su hermana o la taza de café de su padre. Ante estas acciones de juego empieza a percibir reacciones positivas y otras negativas en las personas que le rodean. El pequeño individuo empieza a mostrar su curiosidad y expresar sus deseos. Las expresiones, gestos e interacciones son continuas.

Parece que la verticalidad se ha instaurado con solidez…

A través de la sedestación que frecuentemente ocurre con el gateo. Una vez identificada la existencia de dos lados diferenciados (derecha e izquierda) entran a escena las tres dimensiones espaciales en una espiral de movimientos en todos los planos: desde sentado, pasar a tumbarse, reptar y gatear para volver a sentarse después. De la estabilidad a la movilidad y de ésta de nuevo a la posición estable. Ya elige el lugar en el espacio donde quiere estar y muestra un nivel de expresividad y voluntad a través del desarrollo físico y funcional. El bebé se ha convertido en un individuo funcional y expresivo. Y estos dos aspectos se encuentran íntimamente relacionados.

Es asombroso observar la maravillosa progresión que en los primeros meses de desarrollo atravesamos e igualmente sorprendente como se desarrollan en cada individuo esas mismas fases: de tumbado a sentado, de cuadrupedia a la bipedestación, de caminar a correr… Y como en esas fases nuestras experiencias nos van moldeando como capas superpuestas que van formando patrones tanto a nivel físico y espacial como emocional. En esencia, cada uno de nosotros somos ese pequeño bebé que salió del vientre de su madre, moviéndose de manera refleja como una unidad, a la que su entorno a través de un proceso de distintas etapas permite la disociación y diferenciación de las distintas partes para posteriormente poder interactuar con el mundo y vivir las experiencias que nos han llevado a ser lo que hoy en día somos.

niños moviéndose y saltando

Bibliografía:

Hackney, Peggy; Making Conections. New York. Routledge, 2002.

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