La mayoría de las personas que se acercan de nuevas al Método Pilates no tienen ni idea de lo que van a hacer en la primera clase. O al menos esa es la respuesta más habitual que recibo cuando tengo algún alumno o alumna nuevo cuando en su primera clase individual le hago esa pregunta directamente. No saben si vienen a respirar, a levantar pesas, a meditar o a que les haga una imposición de manos.
Poco a poco empiezan a introducir nuevos conceptos, a conectar con su cuerpo a moverse de manera consciente y descubren que el cuerpo lo agradece. Hasta entonces en muchos casos sólo le había prestado atención cuando aparecía algún dolor. Aprenden a moverse sin tensión y se dan cuenta de que su cuerpo les devuelve su dedicación y constancia traducido en sensaciones positivas.
Entonces sueles escuchar “¿Cómo no lo habían descubierto antes?”, “tengo que recomendárselo a un amigo que le va a venir genial” … O el clásico “esto deberían enseñarlo en las escuelas” Esto le va a venir fenomenal a mi hijo ¿No dais clases para niños?

El movimiento consciente
Nuestras acciones determinan lo que somos y el camino del cambio está en modificar nuestros hábitos.
¿Qué son los habitos? Según R. Mac Donald y C. Ness en su libro Los Secretos de la Técnica Alexander, los hábitos son patrones establecidos de acciones físicas o modos de comportamiento.
Éstos hábitos son repuestas aprendidas que se han fijado o se han automatizado puesto que se repiten de manera continua. Como el encender la luz antes de entrar al baño o pisar el freno al ver que se encienden las luces del coche de delante.
Los hábitos tienen diversas apariencias: pueden referirse a un patrón de pensamiento, un método de hacer las cosas o como desarrollamos una acción. Ante ésto habla de un término que me resulta muy interesante: La reacción excesiva.
Esto no es más que el hecho de utilizar más esfuerzo del necesario al realizar un movimiento. La diferencia entre usar la energía o gastarla en muchos casos es lo que determina la aparición de tensión muscular y molestias.
Esto es fruto de un patrón motor ineficiente que se ha fijado por repetición. Se ha perdido el funcionamiento natural, el equilibrio y esa tensión excesiva aunque pueda parecer imperceptible, a lo largo del tiempo puede afectar a la salud y el bienestar.
El movimiento natural
Dice Raúl Gil en su artículo “Somos movimiento” que la principal función de nuestro sistema nervioso es moverse, para poder adaptarse y sobrevivir a las circunstancias y cambios que suceden en su entorno. De esta reflexión podemos entender por qué cuando el ser humano tenía la necesidad de adaptarse a su entorno sus capacidades motrices estaban desarrolladas: podía correr, saltar, trepar, levantar cargas elevadas… Pero en los últimos años se ha invertido este proceso y lo que se ha hecho es adaptar el entorno a la persona, lo que ha supuesto que perdamos esas capacidades naturales.
A nadie se le pasa por alto la elegancia de un caballo al trote, la precisión de un leopardo sigiloso ante su presa, la fortaleza de un gorila macho golpeando su pecho para imponer respeto. Son gestos naturales fruto de su instinto su genética y sus experiencias motrices desde que nacen. Al igual que la zancada del corredor keniano, la cual, por mucho que lo intente me es imposible imitar o la del escalador capaz de ver una vía o un camino donde tú sólo ves un muro infranqueable. En realidad ya decía Pilates que su objetivo era que “las personas se movieran como verdaderos seres humanos“.
El cerebro del niño tiene una capacidad asombrosa para procesar y almacenar información y eso por ejemplo se ve muy claro por la rapidez y la facilidad con la que aprenden un idioma nuevo. Ellos no tienen que estudiar, no saben lo que son tiempos verbales, ni entonación, ni distinguen sujeto y predicado de una oración.
En relación a la acción motriz es exáctamente igual. Los niños no piensan en cómo hacerlo sólo lo hacen. Su cerebro es más versátil a la hora de encontrar soluciones y llegan a ellas sin la necesidad de que les demos demasiadas instrucciones. Ellos aprenden de manera natural sólo necesitan experiencias donde poder desarrollar esa capacidad.
Razones por las que creo que el Pilates no es la mejor opción para niños
Antes comentaba que al dejar de tener la necesidad de adaptarnos a nuestro medio, el ser humano pierde su capacidad de movimiento. Por eso debemos acudir a centros deportivos para realizar de manera artificial lo que nuestros ancestros hacían para sobrevivir. Moverse y de esa manera mejorar nuestro bienestar.
Esto no es ajeno a los niños. Como bien afirma Marcos Moreno en este artículo, sabemos que deben practicar ejercicio a diario, pero ¿Qué actividad? ¿Puede ser el Pilates una buena acividad para que mis hijos lo practiquen? Pues sí claro, moverse siempre es mejor que no hacerlo ¿La más idónea? Creo que no y te cuento porqué.
- No son capaces de integrar los principios. Hemos hablado de que la mejor aportación que Pilates nos dejó son los principios del método: control, centro, precisión, fluidez, concentración, respiración, alineación. Con el objetivo de acercarnos poco a poco al movimiento natural. Sin tensiones. Sólo cuando el niño sea capaz de entender esos conceptos (con dificultad antes de los 13-14 años) tendría sentido querer integrarlos.
- El Pilates no tiene un fin lúdico. Y esto es vital en una actividad complementaria para el niño. Después de 6-7 horas de clase plantado en una silla escuchando como el profesor habla dirige y el niño, obediente y en silencio, obedece ¿Le vas a meter una hora más en una situación parecida? Por otro lado habrá quien piense: adaptemos el Pilates para que sea lúdica, pero entoces ¿Estás desarrollando el método o jugando con ellos?
- La metodología de enseñanza en Pilates tal vez no sea la más idónea. En Pilates utilizamos la instrucción directa. Este tipo de aprendizaje es un circuito cerrado: el instructor propone, el alumno ejecuta. Sabemos que esta metodología no siempre es la más idónea para desarrollar esquemas mentales en las primeras etapas. Hay actividades en las que el tipo de procesamiento puede ser más idóneo en estas etapas como la indagación o búsqueda, el trabajo por grupos…
Tengo el fitball rodando por el salón de mi casa, un rulo, aro, pelotas. Curiosamente cuando mis sobrinos vienen a casa utilizan ese material para jugar utilizándolo de manera que a mí no se me habría ocurrido. El spine corrector es un tobogán, el fitball lo utilizan para botar o darle patadas a pesar de que es más grande que ellos, el aro es un volante…
Sinceramente se me ocurren maneras mucho más divertidas, provechosas y beneficiosas para su salud que ponerles a hacer un roll up. No aburramos a los niños con historias de mayores, dejémosles ser niños. Tal vez sea que soy poco flexible o poco creativo aunque habría qué analizar qué tiene de Pilates muchas propuestas que se realizan con niños.
No queramos vender que todo es para todos. Correr es muy bueno, pero no se lo recomiendo a mi madre; adoro Asturias como lugar para vivir pero si lo que quieres es sol disfrutarás más en las Canarias; me encanta Extremoduro pero a mi novia le aburre. Si tu objetivo es estar en tu peso y encontrarte bien, come equilibrado y haz ejercicio y si quieres que tu hijo se desarrolle en plenitud cuerpo y mente: déjale que juegue y crea las circunstancias oportunas para que ese juego lo desarrolle en movimiento.
Así lo veo yo pero es sólo mi opinión y está sujeta a cambio. Y tú ¿De verdad crees que el Pilates es la mejor opción para un niño?